No encontraba momento ni oportunidad para saldar la deuda que tenía pendiente con el albaceteño desde hacia tiempo. Había disfrutado de todas las formaciones en las que había militado, exceptuando su trayectoria en solitario. Así, a bote pronto, recuerdo que en 1997 disfruté con Chucho en la segunda edición del Festival Viña Rock, celebrado en Villarrobledo. Nueve años después, me deleité con la reunión de Surfin’ Bichos en el ya extinguido Metrorock. Era momento de solventar el vacio que me embargaba.

Cuando Fernando Alfaro y sus músicos salieron a escena se hizo el silencio. El público callaba para dar paso al artista. El manchego acertó a decir: ““Este silencio me gusta, pero me asusta”. Inmediatamente comenzó a interpretar “Extintor de infiernos”, seguida de “Gol psicológico” y “El último crooner santo, el ultimo bobo”. Uno tras otro fue interpretando los temas de La vida es extraña y rara. Tras “Himno del Caminante Kamikaze”, algo más de una hora de concierto habia transcurrido, se despidió de la concurrencia. Al cabo de unos minutos salió para rematar su actuación con un guiño al pasado. Tres perlas bien dosificadas y exquisitamente seleccionadas: “Padre viento y padre mar”, cara B de la era Hermanos carnales, y “Qué condenadamente negra”, incluida en Koniec de Chucho, y finalizó con “¡Fuerte!” de Surfin’ Bichos.

Autor: Rafa García-Moreno